Por motivos de trabajo y estudio vivimos
en Loja, Ibarra, Quito, Tumbaco, Riobamba donde aprendimos muchas cosas y
conocimos a mucha gente, pero siempre retornando a la casita donde la familia
nuclear y esta otra gran familia de amigos, los del Club Cenit, donde día a día
experimentamos la fraternidad, reciprocidad y el aprendizaje a cada instante.
Ahora la ciudad nos satura con
esa selva de cemento y asfalto, con su tráfico y desorden, siento que la
calidad de vida en la ciudad cada vez va disminuyendo.
Quito al amanecer, al fondo el Ruku Pichincha bañado con la luz de la luna
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